lunes, 8 de julio de 2019

El camino hacia la autonomía: Expectativa vs Realidad

Tenemos la tendencia, o tal vez soy sólo yo, de esperar que cada avance en la autonomía de nuestros peques llega para quedarse en cuanto hacen algo por sí solos un par de veces: ir al baño solos, lavarse las manos sin ayuda, dormir en su cama toda la noche, quitarse o ponerse la ropa, coger su propia botella de agua si tiene sed,...

No nos engañemos, la autonomía de los peques nos hace la vida más fácil (casi siempre) así que solemos tener prisa y en cuanto vemos que se animan a dar un pasito hacia su autonomía nos agarramos a ella con inmensa alegría. Y luego llegan los pulsos y las luchas cuando aquello cambia y vuelven a reclamar nuestra ayuda o nuestra presencia: "¡pero si tú ya sabes, cariño!" Y nos desesperamos ante lo que entendemos como un retroceso. Y ellos se desesperan porque nos resistimos a hacer lo que antes hacíamos siempre. Y el problema, como casi siempre, está en las expectativas.



Nosotros en cierto modo esperamos que el camino hacia la autonomía sea una suerte de línea recta ascendente, por la que van subiendo paso a paso, cada uno a su ritmo, pero la realidad es que el camino normal está lleno de idas y venidas, de avances y retrocesos, de dos pasos pa'lante y tres pa'trás.

Imaginad que los peques experimentan la autonomía en una especie de círculo, en cuyo centro estamos sus principales figuras de apego. Están unido a nosotros con una cuerda elástica, que al principio les permite alejarse muy poco, pero con el tiempo va cediendo y dándose de sí, según van aprendiendo a hacer cosas por sí mismos. Pero dar de sí esa cuerda no es fácil, hay que empujar con fuerza y es agotador, así que después de un tiempo estirando de la cuerda para probar a hacer cosas nuevas por sí mismos necesitan volver al centro a descansar y volver a cargar energía. Lo que tarde en cansarse de tirar, o el tiempo que necesite el peque para volver a sentirse con fuerzas de seguir estirando el elástico depende de su carácter, de su temperamento, de lo pequeña o grande que sea su zona de confort, de lo cerca o lejos que lo que sea que esté probando esté de esa zona en la que se sienten seguros. Pero todos, en algún momento u otro, necesitamos volver al centro, dejar de tirar, sentir la cuerda floja, relajada...

El viernes mi peque se quedó a dormir en el cole, con sus maestras y sus compañeros de clase. ¡Mi peque, que no es capaz de dormir si no estamos alguno de nosotros con él! Iba lleno de ilusión, y nosotros lleno de dudas "¿será capaz de dormir o nos avisarán de madrugada?" Fue capaz, se lo pasó genial y fue una experiencia inolvidable, aunque nos dijo que había estado un poco triste por la noche sin nosotros. Estoy segura de que aquello, además de hacerle muy feliz, le hizo estirar la cuerda más de lo que lo ha estirado en mucho tiempo. Cuando fuimos a por él se le notaba cansado, de las emociones y del poco dormir, y no tardamos mucho en notar también el otro cansancio, el de tirar de la cuerda, el de necesitar volver al centro del círculo:

- "Mamá, ¿vienes conmigo a lavarme las manos?"
- "Papá, ¿me lees un cuento mientras hago caca?"
- "Quiero que algún mayor venga a jugar conmigo a mi cuarto, no puedo jugar si no hay un mayor."
- "Yo sólo no puedo."

El finde ha estado lleno de ratos de estos, y de respuestas impacientes de los mayores: "pero cariño, si tú ya sabes hacerlo sólo. Si no necesitas a nadie." Y el quejido impaciente del peque que viene a decir: "si no lo necesitara, no lo pediría." Y la parte consciente de vez en cuando que acierta a susurrarme: "esto tiene que ver con la noche en el cole, necesita volver al centro del círculo."

Ahora mismo está agotado de estirar y necesita recuperar fuerzas. Sin necesidad de forzar, cuando se sienta preparado sé que volverá a encontrar la motivación para volver a estirar y dar otro pasito ampliando su autonomía y su zona de confort.

Y nosotros sólo tendremos que recordar que este es su camino, no el nuestro, que sólo podemos animar sin forzar, confiar en que él mejor que nadie sabe lo que necesita, y que a veces nos necesita a nosotros para ganar la seguridad necesaria para seguir caminando. Nuestro papel es simplemente el de base segura, pero es el peque quien tiene que marcar cuándo y cuánto se aleja y hasta donde llega.

Nosotros sólo tendremos que tener los brazos abiertos, para dejarle ir a descubrir de lo que es capaz y para recibirlo de vuelta cuando necesita descansar y volver a sentirse seguro.

Quiero seguir formándome para poder ayudaros más y mejor pero los cursos de crianza son muy caros. Si te ayudan mis posts y quieres que siga trayendo contenido de calidad, ahora puedes ayudarme haciendo una pequeña donación. ¡Muchísimas gracias!


Si tienes alguna pregunta o comentario que hacerme, o si tienes algún truco o sugerencia más que quieres aportar puedes hacerlo a través del blog, de la página de Facebook o de la cuenta de Instagram. Y si te ha gustado la entrada o crees que podría ayudarle a alguien que conoces COMPARTE.


¡Mil gracias por leerme!

¡Feliz Crianza!

0 comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

Mis artículos de crianza favoritos Copyright © 2012 Design by Ipietoon Blogger Template