lunes, 29 de julio de 2019

"¿Qué hago cuando mi peque de dos años quita juguetes?"

Mi hijo tiene 2 años, es hijo único. De un tiempo para acá tiene como juego principal quitar a otros niños el juguete que ellos elijan. Pueden haber 20 juguetes pero él siempre quiere el del otro...Tanto con niños de la familia como en su centro educativo (me lo confirmó su docente). En la familia los niños son más pequeños entonces terminan en el suelo llorando porque de paso se pueden llevar un golpe. Yo intervengo de forma inmediata. Le explico que el otro lo tenía, que debe esperar su turno y lo hago que lo devuelva pero a los 2 minutos vuelve a hacer lo mismo. Me desespera un poco. Me sería más fácil abordar la situación si yo lograra comprender porque motivo es que él hace esto. ¿Alguna idea?



Hola, Gloria! Me ha encantado como has planteado tu pregunta: "me sería más fácil abordar la situación si lograra comprender por qué motivo hace esto"... Aunque en realidad, la respuesta la has dado tú misma al principio de tu mensaje "Tiene como juego principal"... Efectivamente, tu peque está jugando.

Verás, con dos añitos todavía tienen las opciones para socializar e interactuar bastante limitadas. La inmensa mayoría de los peques de esa edad aún están en fases de juego paralelo, en la que los peques juegan "juntos pero no revueltos", es decir, unos al lado de los otros pero cada uno a lo suyo. Quitarse juguetes en una de las pocas formas de interactuar que tienen a esa edad, y para muchos además resulta una fuente interesantísima de reacciones a experimentar. ¡Imagínate todo lo que pasa cuando quita un juguete! Resulta super interesante y es normal que nuestros pequeños científicos lo quieran experimentar y observar una y otra vez. Así que los motivos que tenemos son principalmente dos: búsqueda de interacción con otros niños y experimentación y observación de reacciones. Vamos, dos motivos buenísimos para considerarlo una actividad normal, apropiada a su edad y cero preocupante.

En general, RIE recomienda no obligar a compartir, y además aboga por dejar a los niños pequeños exponerse a situaciones de conflicto apropiado a su edad donde el adulto hace el papel de una especie de narrador deportivo en lugar del papel de árbitro. Idealmente, entonces, nuestro papel no sería el de decidir cuál es la solución más justa para todos según nuestras normas sociales, sino la de dejar que ellos mismos encuentren su propia solución mientras nos quedamos cerca para asegurarnos de que nadie sale dañado. Las intervenciones, idealmente, vendrían a ser de este estilo: "Carlos tenía la pelota y ahora la tiene María. Parece que María no está contenta. Hay una pelota y dos niños que quieren jugar con ella. Veo que quieres la pelota, Carlos. No voy a dejar que hagas daño a María." En estas situaciones, en general, nuestro papel estaría simplemente en evitar que se hagan daño y permitir espacio para resolver el conflicto. Con tranquilidad y sin dramas, transmitiendo que son situaciones normales, nada de juicio.

Ahora bien, este tipo de intervenciones (o mejor dicho, no intervención) no se pueden aplicar de forma universal. Habría ciertas excepciones en las que las que se requeriría una intervención diferente:

a) que la situación de los peques fuera demasiado desigual, en la que uno de ellos siempre estuviera en desventaja. (No incluiría aquí a los hermanos, cuando los celos y la búsqueda de conexión fueran un factor a tener en cuenta).

b) que el quitar juguetes se volviera una especie de comportamiento obsesivo, extremadamente repetitivo, que resultara tremendamente disruptivo en su juego y en el de los demás.

c) que el entorno social en el que estamos no compartiera nuestra filosofía y dejar fluir el conflicto hiciera que se percibiera al pequeño de una forma muy negativa.

En cualquiera de estos casos podríamos decidir intervenir y no permitir que quite los juguetes. Pero, ¿cómo lo hacemos? De nuevo, con tranquilidad, sin reñir y sin juzgar. Utilizando la técnica de la "narración deportiva" igual que antes, pero esta vez combinado con el "No voy a dejar que..."

"Veo que quieres la pelota. La tiene Carlos. Parece que no ha terminado de usarla. No voy a dejar que se la quites." Bloqueamos físicamente. Con tranquilidad, tono de voz neutro.

Si se enfada, seguimos narrando y validando "Estás disgustada porque Carlos tiene la pelota y la quieres tener tú, lo veo, lo entiendo. No voy a dejar que se la quites." 

No buscamos soluciones, no ofrecemos otra pelota igual ni le distraemos con otra cosa. Dejamos que experimente el conflicto, que experimente sus emociones, y que busque por sí mismo una solución alternativa válida en ese momento.

Tenemos que tener en cuenta también que a veces estos conflictos y estas situaciones, sobre todo cuando son muy repetitivas y obsesivas y desencadenan emociones muy muy grandes, actúan como catalizadores para dejar salir alguna emoción que les ha estado incomodando. Por eso es importante siempre permitir la expresión de las emociones. Tal vez están cansados o tienen hambre, tal vez ha habido algún cambio que lo tiene un poco nervioso, tal vez la situación le está resultando un poco estresante... Si el comportamiento parece tener detrás algo más parecido a la ansiedad que al juego, entonces pararlo puede servirle como excusa para soltar todo lo que tenga acumulado. Esto no parece el caso de tu peque en particular, pero quería mencionarlo por si hay alguien más leyendo y su situación es distinta.

¿Y qué pasa si llegamos tarde y el peque ya ha quitado el juguete? Pues lo mismo, nos acercamos y seguimos narrando e intervenimos desde la tranquilidad, sin enfadarnos ni juzgar: "Carlos tenía la pelota y ahora la tiene María. No parece que Carlos hubiera terminado de jugar con ella. ¿La quieres de vuelta, Carlos? Ok. María, Carlos quiere que le devuelvas la pelota. ¿Quieres hacerlo tú o quieres que te ayude yo? Lo sé, es difícil. Quieres tener la pelota tú. (Dejamos espacio para que sea ella quien se la devuelva) Parece que necesitas ayuda para devolvérsela, te ayudaré a acercársela y a abrir las manos. Lo sé, lo sé, estás disgustada. Querías la pelota tú." Validamos, permitimos y acompañamos las emociones que se produzcan si es que se producen.

También podemos dar herramientas al peque a quien le han quitado el juguete "Tenías el camión y ahora lo tiene Ana. Parece que no te ha gustado. Cuando no quieras que te quiten un juguete puedes agarrarlo fuerte y decir "¡No!". ¿Quieres que te ayude a pedirle que te la devuelva?" Lógicamente las herramientas dependerían del carácter del peque, de su edad y de lo desarrollado que tenga el lenguaje.

En resumen, que los niños pequeños quiten los juguetes es un comportamiento totalmente apropiado, normal y sano, nada de lo que preocuparse. Lo ideal es permitirlo y dejar que los propios peques encuentren soluciones a esos pequeños conflictos asegurándonos tan solo de proporcionar seguridad a ambos peques. En los casos en los que haya un gran desequilibrio de poderes entre los peques, que el quitar juguetes se convierta en algo casi compulsivo, o que permitir el comportamiento suponga que el entorno lo vea de forma negativa podemos decidir intervenir no permitiendo el comportamiento, utilizando la narración, el bloqueo físico, la validación y el acompañamiento de las emociones.

Todo esto, hay que admitirlo, es agotador. No es una herramienta mágica. Lo que hace es permitir que ellos experimenten y aprendan a su ritmo, lo cual significa evidentemente que va a ser una solución a largo plazo. Para que funcione es fundamental que el adulto que intervenga, en esta caso tú, lo haga desde la tranquilidad absoluta. Si, como dices en tu mensaje, "te desesperas" lo mejor va a ser tomarse un respiro (ambos) y sacarlo de la situación. Volver a casa, dar un paseo por otra zona, apartarse a un banco para comer algo... Lo que sea, siempre que os ayude, sobre todo a ti, a tomar un respiro y retomar la calma.

Para terminar, os comparto un video de dos bebés donde se ve claramente la intención de juego detrás del hecho de quitar un juguete que compartió Janet Lansbury de una de sus clases RIE para bebés:


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¡Mil gracias por leerme!

¡Feliz Crianza!

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por este artículo. Me has dado excelentes ideas que implementar.
    Quisiera hacerte una consulta. Mi nena está por cumplir 2 años y se la pasa diciendo "no" a todo y por todo, aunque quiera decir si, suelta no. (Para comer, dormir, jugar, leer... es decir, para todo. Hasta en sueños está con el "no" en la boca.)
    Leí que es normal en ese rango de edad, pero me gustaría tener alguna herramienta que me ayude a superar está etapa.
    Mil gracias!

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    Respuestas
    1. Estamos en el mismo barco! Mi chiquitín tiene 20 meses y parece que "no" es su palabra favorita. Nosotros lo estamos llevando con paciencia y humor. Dice que no a todo, aunque en realidad quiera decir que sí. Lo que hacemos es no preguntarle si no es verdaderamente opcional (cuidado con la terminación "¿vale?"; respetar su No siempre que sea posible y si resulta que se enfada, entendemos que en realidad quería decir que sí y así se lo decíamos "Has dicho no, pero parece que querías decir que sí". Poco a poco irá pillándole el tranquillo al sí también. El mío ha empezado a decirlo de vez en cuando, sobre todo cuando se le ofrece alguna de sus comidas favoritas :)

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  2. Excelente este post! Que sucede cuando quien hace esto es una niña de 4 años? (Recien cumplidos) no solo.quita insistentemente si no que ademas desarma el juego.de los demas como a proposito. Ej: todos estan haciendo un castillito y colaboran y ella viene y lo rompe.

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