lunes, 15 de julio de 2019

Ayudar a nuestros peques a gestionar la frustración

La frustración es uno de las emociones más difíciles de manejar. Y a la vez una de las más importantes. Si aprendemos a manejarla, la frustración puede servir para impulsarnos, porque nos señala qué cosas son importantes para nosotros. Si no, corremos el riesgo de que nos bloquee.

Los peques pueden experimentar la frustración desde bien temprano, así que es importante saber cómo apoyarles para que desarrollen una buena tolerancia de la frustración. ¿Cómo podemos ayudarles?

1. No intervengas si no es necesario. 

Y no siempre lo es. Si lo escuchas llorar o gritar de frustración, acércate y observa primero. Si sigue intentando hacer lo que sea que estaba haciendo, entonces no hagas nada. Tampoco hace falta que digas nada. Si sigue intentándolo, permítele que sienta sus emociones a su aire y que las exprese como prefiera siempre que no ponga en peligro a nadie (tirando un bloque contra algo/alguien, por ejemplo)

2. Cuando intervengas, hazlo para acompañar, no para arreglar.

Si queremos que aprendan a convivir con la frustración sin que les bloquee, es preferible no rescatarlos de ella. Cuando la frustración sea tanta que les bloquee, lo más probable es que se pongan a llorar y dejen de intentar lo que estaban haciendo. En ese momento, intervén para acompañar la emoción. "Estás intentando hacer algo difícil y no te sale, eso te hace sentir mal. Ese sentimiento se llama frustración y es normal, a todos nos pasa." Ofrece un abrazo, ofrece un respiro, ofrece alguna técnica para ayudarle a calmarse.

3. Si dice que no puede, valida el sentimiento, no intentes convencerle de lo contrario.

¿Habéis intentado convencer alguna vez a alguien que cree que no puede de que sí que puede? El diálogo suele ir así: "No puedo", "Sí que puedes, sólo tienes que intentarlo otra vez", "¡Nooooo! ¡No séeeee!" "¡Qué sí que sabes! ¡Si lo hiciste el otro día!" "¡Que nooooo! ¡Que no soy capaz!" Y así hasta el infinito. Normalmente, cuando intentamos convencer a alguien de que lo que siente no es real, suele reaccionar a priori reafirmándose más, especialmente si estamos hablando de un niño pequeño que de entrada se va a oponer a lo que le decimos aunque solo sea por llevarnos la contraria. Además, también estamos cayendo en intentar convencer a alguien de que lo que siente es equivocado, que el concepto que tiene de su propia capacidad está mal, con lo que puede ser un doble mensaje negativo para su autoestima: por una parte siente que no sabe, y no es capaz, y por otra parte siente que no debería sentirse así, que debería creer en sí mismo y que hace mal por bloquearse. Doble sentimiento de incapacidad. 

Lo único que le va a convencer de que puede hacer algo, es hacerlo. Así que si empieza con los "no sé", "no puedo", valida: "Sientes que no eres capaz. Ahora mismo sientes que no puedes hacerlo. Lo entiendo. La frustración hace que nos sintamos así." Y de nuevo ofrece abrazo, consuelo, acompañamiento, calma... Lo que te parezca, pero destinado a dar herramientas para que maneje su propia frustración. 

4. Dos opciones: volverlo a intentar o cambiar de actividad.

En general esas son las dos opciones que tenemos todos cuando nos sentimos frustrados. O lo volvemos a intentar a pesar de la frustración en cuanto nos hemos calmado lo suficiente como para desbloquearnos, o cambiamos de actividad para desbloquearnos y volverlo a intentar después (o no). Pues los peques igual. Cuando mi peque se frustra, esas son las dos opciones que damos. Según lo que sea que estaba intentando hacer, y lo motivado que estuviera, escoge una u otra. 

5. "Hazlo tú". A priori, no se lo hagas.

Como decía antes, no lo rescates. Ellos saben que nosotros podemos hacer las cosas más rápido, con más precisión y mejor que ellos, así que la opción más socorrida es pedirnos que lo hagamos nosotros. A priori, es preferible no acceder. "Sientes que no eres capaz, lo entiendo. Quieres que lo haga yo, te escucho. Es tu proyecto, cuando quieras volverlo a intentar podemos ver juntos la mejor manera de hacerlo." Puedes ofrecer ayuda, pensar juntos donde está el problema, ofrecer sugerencias de cómo lo haríamos nosotros, identificar si la tarea se puede dividir en varias partes más pequeñas e ir guiando paso a paso. En definitiva, ayudarles a que lo hagan ellos. 

Lo más probable es que esto conlleve numerosas y sonoras protestas, especialmente si está acostumbrado a ser rescatado con frecuencia. Mantén la calma, continúa validando, date espacio si lo necesitas pero mantente disponible ("Estaré en el salón. Cuando quieras volverlo a intentar, avísame si quieres que te ayude"). Si la situación se alarga y no hay manera de salir del bloqueo, fuerza un cambio de actividad: "Veo que estás demasiado bloqueado como para intentarlo ahora. Necesitas un respiro. Voy a empezar a preparar el baño. Mañana lo vuelves a intentar."

6. Ten en cuenta la conexión. 

A veces nos piden que hagamos algo que ellos saben hacer, no tanto por frustración como por hacernos participar de su actividad, como una forma de buscar conexión. Hay una frase de Robin Einzig que dice: "Si te piden que hagas algo que ellos saben hacer, es porque se sienten queridos cuando lo haces." Esto es especialmente frecuente en épocas de cambios importantes: mudanzas, divorcios o separaciones, nacimientos de hermanitos, destete, descolecho, fallecimientos, vuelta al trabajo, adaptación al cole o a la guarde... Tenlo especialmente en cuenta si estáis atravesando por algo de esto. En estos casos, pedirnos ayuda puede ser una búsqueda de conexión, así que hay que asegurarse de que aumentamos los momentos de conexión de una forma proactiva y positiva. A veces puede significar que lo hagamos por ellos, sobre todo si es una actividad de cuidado que por edad ya no hacíamos nosotros: por ejemplo, una niña que ya se viste sola pero que nos pide que lo hagamos nosotros puede estar buscando la reconfortante sensación de sentirse cuidada como cuando era bebé. Otras veces puede significar que lo hagamos CON ellos: prestando toda nuestra atención, con entusiasmo (y con calma y paciencia). En ambos casos, si pensamos que hay una demanda de atención y conexión detrás, lo mejor es cubrir esa necesidad con antelación, para que no necesite asumir ese rol de "incapacidad".

7. ¿Y si no hay tiempo?

Las prisas de los adultos son uno de los mayores enemigos de los niños. Por desgracia, los adultos vivimos en la sociedad en la que vivimos, con los tiempos en los que vivimos. Podemos, y debemos, minimizar el impacto de nuestras prisas sobre el desarrollo de nuestros peques, pero a veces va a ser imposible hacerlo. En general, si no hay tiempo para acompañar, negociar y demás, podemos hacer dos cosas: forzar el cambio de actividad ("Lo siento cariño, ahora no puedo ayudarte con la torre, te ayudo a ponerte los zapatos que tenemos que irnos al pediatra") o acceder a hacerlo nosotros, especialmente cuando es algo que hay que hacer sí o sí, como vestirse para salir. 

Lo ideal es no abusar de esto, porque el proceso de aprender a lidiar con la frustración es importante y necesita tanta práctica como sea posible. Pero estoy segura de que no le faltarán oportunidades para practicar. La vida está llena de ocasiones en las que se van a sentir frustrados de forma natural. No hace falta provocarlas de forma artificial, y tampoco hay que preocuparse si les rescatamos alguna vez que otra porque en ese momento no estamos en la mejor condición para acompañarles en el proceso. Pero el proceso es importante, y debemos tenerlo en cuenta para no abusar de los atajos.

8. Cuidado con el lenguaje que usamos

Tenemos que tener mucho cuidado con la forma que tenemos de alentar, porque a veces transmitimos el mensaje equivocado a nuestros hijos. Por ejemplo: "Que sí que sabes, si tú eres muy listo." puede ser recibido por el niño tal que así: "Estoy convencido de que no sé, así que eso significa que no soy tan listo como mi padre dice." o incluso un "¿Lo ves como sí que eras capaz, tonta? Si es que no me haces caso..." en tono jocoso puede ser interpretado por algunos niños como "Soy tonta, ella sabe y yo no." que teñiría de duda lo que debería ser éxito y autoafirmación. 

Lo ideal es hacer hincapié en la importancia de la práctica, del "todavía", y del esfuerzo.
"Mamá es capaz de hacerlo porque ha practicado mucho. Tú eres pequeño así que todavía no has practicado tanto."

"No te sale bien todavía, pero mira, esta vez has hecho una torre más alta que la de antes. Cada vez que lo intentas te sale un poco mejor."


"Todavía no te sale bien, eso significa que necesitas practicar más. ¿Quieres volverlo a intentar?"


"Esto que estás intentando te está resultando muy difícil. Veo lo mucho que te estás esforzando."


Y cuando por fin lo consiga, celébralo pero sin quitar el foco del peque, su esfuerzo, sus emociones, y su resiliencia:

"¡Lo has conseguido! ¡Era muy difícil, pensabas que no ibas a ser capaz, pero aun así lo has vuelto a intentar y lo has conseguido! ¡Te has esforzado un montón! ¿Cómo te sientes ahora? ¡Te veo muy orgullosa de ti misma!"

9. ¡Modela y narra tu proceso!

Toma todos estos consejos y aplícatelos la próxima vez que encuentres algo frustrante. Y narra el proceso en voz alta, que el peque te escuche. Por ejemplo: "¡Aaaarggggg! ¡no soy capaz de bajar esta cremallera! ¡Se ha enganchado y no puedo soltarla! ¡Me estoy poniendo muy nerviosa! ¡Qué frustración! Voy a parar un momento para calmarme antes de volver a intentarlo. (Pausa, respiramos que se note, incluso le pedimos un abrazo al peque. Volvemos a la carga.) Nada, que no soy capaz. A ver si probando de esta otra manera. Si tiro para arriba en vez de para abajo... Ay, que parece que va. Y ahora, para abajo... ¡Bieeeen, lo he conseguido! Ha sido muy difícil pero lo he seguido intentando y al final lo he logrado. ¡Qué orgullosa estoy de mí misma!" (tampoco hace falta hacer teatro, lo suyo es adaptarlo a nuestro estilo, hacerlo de forma que nos salga natural, que los niños se huelen lo artificial). Así podrá observar desde la calma que es cierto que todo el mundo se frustra alguna vez, podrá ver a alguien poner en práctica las herramientas y estrategias que le recomendamos, podrá ver que todos tenemos momentos de dificultad a veces, que todos necesitamos practicar para mejorar, que el esfuerzo a veces tarda en tener sus frutos... Pon tu propia frustración y tu propio proceso en palabras, que el peque tenga la oportunidad de aprender también de ellos. 

Aprender a manejar la frustración no es fácil. Y desde luego, el proceso no es igual para todos. Algunos tenemos más tolerancia que otros, y hay quien de forma natural se bloquea terriblemente. Pero es un camino que tenemos toda la vida para recorrer, y si sentamos las bases correctas en la infancia, será un camino más agradable y más productivo en la adultez.

Recuerda esta frase: "La manera en la que hablas a tus hijos ahora, se convertirá más adelante en su voz interior." Así que llenémosles ahora la cabeza de validación y de aliento, para que les pueda acompañar toda su vida.



Quiero seguir formándome para poder ayudaros más y mejor pero los cursos de crianza son muy caros. Si te ayudan mis posts y quieres que siga trayendo contenido de calidad, ahora puedes ayudarme haciendo una pequeña donación. ¡Muchísimas gracias!


Si tienes alguna pregunta o comentario que hacerme, o si tienes algún truco o sugerencia más que quieres aportar puedes hacerlo a través del blog, de la página de Facebook o de la cuenta de Instagram. Y si te ha gustado la entrada o crees que podría ayudarle a alguien que conoces COMPARTE.


¡Mil gracias por leerme!

¡Feliz Crianza!

1 comentarios:

  1. Me ha encantado!! Gracias por tantos consejos. Lo intentaré la proxima vez hacerlo así, pero te juro que cuando dice que no puede ponerse los zapatos cuando lo hace 5 veces al día ella sola me saca de quicio. No creo que sea por necesidad de que le eche cuenta porque jugamos mucho, creo que es por vagancia. Pero en fin.. me llevo esas frases grabadas a fuego.
    Gracias!

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
 

Mis artículos de crianza favoritos Copyright © 2012 Design by Ipietoon Blogger Template