lunes, 23 de enero de 2017

Qué hacer cuando el peque tira la comida

Cuando empezamos con la Alimentación Complementaria (AC), especialmente cuando empezamos con los sólidos, se suelen dar situaciones en las que los niños juegan con la comida y la tiran al suelo. Esto se suele dar a cualquier edad, independientemente de si empezáis a los 6 meses porque hacéis Baby-led weaning, o si empezáis más tarde porque seguís el proceso tradicional, al principio siempre va a haber una etapa en la que el niño va a jugar con la comida. Cuando se empieza muy pronto, es más fácil entenderlo y aceptarlo porque son muy pequeños, pero cuando se empieza un poco más tarde (o cuando la etapa se alarga un poco más de lo que nos parece apropiado) empezamos a plantearnos si deberíamos establecer algún límite al respecto.  

Partiendo siempre desde el punto de vista de que estemos tratando de bebés y niños sanos, nutridos, y con acceso regular a la comida, podemos plantearnos lo siguiente:


¿Por qué lo hace?

Antes de decidir ningún límite, siempre hay que partir desde la comprensión y el entendimiento de lo que haya detrás: ¿Qué está intentando conseguir con este comportamiento? ¿Por qué lo repite aunque le he dicho que está mal un millón de veces? ¿Me está queriendo decir algo?

Como os conté en la entrada Por qué lo sigue haciendo si le he dicho que no mil veces, los niños tienen el cerebro programado para aprender. Son básicamente pequeños científicos haciendo experimentos de todo tipo continuamente. Cuando empiezan a amasar la comida que amorosamente le has preparado y le has puesto delante está comprobando cosas como textura, temperatura, resistencia a la presión, si se deshace o se desmorona, si tiñe la bandeja de la trona o el plato... Cuando lo tira desde lo alto de su silla está haciendo experimentos con la gravedad, está descubriendo que las cosas no flotan, que se caen, está descubriendo la velocidad con la que cae, si se expande, o si se rompe cuando golpea el suelo, si lo mancha, si lo moja... Cuando le corregimos y lo sigue haciendo está haciendo experimentos para conocer mejor nuestras reacciones, cuando le decimos que no lo haga y justo después con una mirada pícara y una sonrisa desafiante lo vuelve a tirar está diciendo "Hmmmm, qué interesante. ¿A ver qué hace mi papi si hago lo que me ha dicho que no haga?" No es que esté desafiándote para quedar por encima de ti, es que está intentando aprender más cosas sobre ti y por extrapolación, sobre los seres humanos. 

Jugar con la comida es básicamente una actividad de lo más completa. De estas actividades sensoriales y estimulantes que si las impartiera una academia pagaríamos gustosos por que nuestro hijo la hiciera. 

Pero a veces puede que lo haga simplemente porque no tiene hambre. Tal vez porque ha mamado un rato antes, o porque está pasando por una etapa de poco apetito, si comer es para el peque una actividad secundaria a jugar/aprender es probablemente porque no tiene hambre, o al menos porque no tiene *mucha* hambre.

¿Dónde está el problema entonces?

Este comportamiento en sí no esconde detrás problemas ninguno, es perfectamente normal y apropiado teniendo en cuenta el desarrollo infantil. Si los adultos lo entendemos así y no tenemos problema con ello, el problema no existen. El problema básicamente está en cómo interpretamos y reaccionamos nosotros a todo esto. El problema en realidad está en que reaccionemos tan mal a esta conducta que por una parte la estemos alimentando y haciendo que lo que es una etapa se alargue cada vez más y por otra estamos convirtiendo el momento de la comida en un momento desagradable para todos. Hay quien tiene reacciones muy fuertes en torno a este comportamiento y esas reacciones suelen estar asociadas con ciertos motivos concretos:

1) Ensucia y da trabajo extra.

Estás agotado o agotada y lo último que necesitas es otra cosa más que hacer. Si tienes un estándar alto de limpieza, si te pasas el día limpiando, o si lo haces cuando puedes a pesar de tener las reservas de energía bajo mínimo, es muy probable que reacciones de una forma más intensa a este comportamiento. 

2) Malgasta comida.

Esto va a ser más o menos problemático según lo sensible que sean los adultos al desperdicio de comida. Por una parte existen por supuesto las situaciones en las que poner comida delante del niño requiera un sacrificio, si la situación económica es muy mala tirar comida es tirar dinero y desperdiciar recursos que de por sí son muy limitados, por lo que es comprensible que los padres reaccionen de una manera más alterada. También hay gente que por educación o por su propia forma de ver el mundo está muy sensibilizado con el tema de no tirar ni desperdiciar comida y le resulta difícil ver cómo su hijo lo hace una y otra vez, varias veces al día, todos los días durante meses.

3) Tememos que no vaya a aprender modales.

Cuando permitimos un comportamiento, especialmente si se alarga en el tiempo, siempre nos queda el miedo latente que nos dice que así no va a aprender nunca. Nos imaginamos a nuestro hijo, ya adolescente, incluso ya adulto, no sabiendo comportarse en la mesa y poniéndose (y poniéndonos) en evidencia con su comportamiento. Esto es muy típico en todos los ámbitos, no solo en los modales de la mesa, pero son miedos totalmente infundados. Los niños aprenden al seguir nuestro ejemplo, si nosotros modelamos una forma de comportarnos en la mesa, esa será la que adquieran con el tiempo, sin presiones y sin necesidad de corregirles, especialmente sin necesidad de corregirles de mala manera. Un bebé, o incluso un niño pequeño, que juega con la comida aprenderá con el tiempo a dejar de hacerlo, con toda seguridad. Podemos liberarnos de este miedo porque es totalmente infundado.

¿Qué podemos hacer?

El tercer punto es el más fácil de solucionar. Como con todos los miedos, lo mejor que podemos hacer para controlarlo es informarnos y empoderarnos. Si nos convencemos de que efectivamente los niños aprenden gracias a nuestro ejemplo, tendremos la paciencia y la tranquilidad para dejarles ser niños y aprender lo que necesiten aprender ahora. Los puntos 1 y 2 son un poco más difíciles de solucionar porque están basados en dos realidades: jugar con comida ensucia y desperdicia comida. Que yo te diga, "relájate con la limpieza que no pasa nada por tener el suelo un poco más sucio" o "no te preocupes por un poco de comida desperdiciada, es una etapa que pasará pronto" me temo que van a ser palabras vacías que no te van a ayudar en nada si para ti es un problema de verdad. En lugar de eso, vamos a buscar algunas soluciones reales para minimizar la suciedad y el desperdicio y con esto conseguir estar más tranquilos durante las comidas.

1) Poner un plástico bajo la trona: un hule o una bolsa grande de plástico abierta debajo de la trona hará la limpieza mucho más sencilla. Además, al no caer la comida al suelo, podemos volver a ofrecer la comida que ha tirado de forma que se desperdicia menos.

2) Ofrecer muy poca cantidad: Podemos poner la comida de a poquito, sólo un trozo cada vez. Cuando lo tire podemos decidir si darle un poco más o si volver a ofrecerle lo que ha tirado.

3) Poner la comida en la bandeja de la trona en lugar de usar plato: así nos evitamos el riesgo que tiene dejar a su alcance un plato lleno de comida que pueda lanzar cual frisbee.

4) Establecer el límite: "Si tiras la comida significa que prefieres que te de de comer yo". Nosotros hicimos baby-led weaning, con lo que sugerir que el adulto le de la comida al niño me parece casi sacrílego. Pero habrá quien lo prefiera a otro tipos de límites, como el de terminar la comida que sugiero en el siguiente punto, especialmente si se ha hecho una introducción a la AC tradicional y el niño está acostumbrado a que el adulto le dé de comer. Lo que quiero dejar claro es que este límite depende directamente de que el niño lo acepte o no. Si el niño se niega a abrir la boca, de ninguna manera, bajo ningún concepto, debemos forzarle. Dar de comer a la fuerza o con distracciones está demostrado que trae muchísimos problemas con la comida más tarde, además de ser una experiencia bastante traumática. Y nuestra sociedad tiene una relación lo suficientemente mala con la comida como para tener cuidado con esto. 

5) Establecer el límite: "Si tiras la comida significa que no quieres más y la comida habrá terminado". Si para nosotros esto es una prioridad, si tenemos una reacción tan fuerte ante la suciedad o el desperidicio de comida que no estamos dispuesto a permitirlo en casa por muy valioso que sea como actividad de aprendizaje, antes de arriesgarnos a perder los nervios en la mesa es preferible establecer el límite con toda confianza. Desde luego esto no significa que vayamos a privar a nuestros hijos de aprender cosas tan valiosas como la gravedad, simplemente la tendrá que aprender con otras cosas o de otra manera. En este caso estaría bien ser consciente del valor de una actividad sensorial como esta y buscar la manera de permitirle tener experiencias similares de forma que sea aceptable para nosotros. Como siempre digo, los límites dependen de cada familia porque están diseñados para facilitar la convivencia entre cada uno de los miembros, y es perfectamente válido que los límites de mi familia sean distintos de los de la tuya, básicamente porque los miembros de mi familia son distintos de los de la tuya. 

¿Eso no es castigarle sin comer? No. Aunque entiendo que habrá quien no vea la diferencia y se enfade muchísimo conmigo por sugerirlo en una página de crianza respetuosa. Para mí, para que algo sea punitivo tiene que haber una intención punitiva detrás. Aquí se trata de comunicación, de decirle "oye, tirar la comida en esta casa significa que no quieres más." Eso le deja dos opciones, seguir tirándola con lo que la comunicación es "no quiero más" y por lo tanto la comida termina, o dejar de tirarla con lo que la comunicación es "quiero más" y por lo tanto la comida continua. De hecho, para muchos niños esto es exactamente lo que están intentando comunicar. Seguro que más de uno se ha fijado en que su peque empieza a jugar una vez que ya ha comido algo y que por tanto no tiene ya un hambre apremiante.

Evidentemente va a haber ocasiones en las que quiera más pero el impulso le haga tirarla, en ese caso tendremos que decidir si ser firmes con el límite o si tratarlo como un problema de comunicación y darle otra oportunidad "ah, vaya, que parece que no has terminado. Recuerda que tirar la comida significa que has terminado de comer." Pero lo más probable es que en algún momento te toque mantener el límite a pesar de las protestas del peque. En ese caso, haríamos lo que recomiendo siempre: validar las emociones del peque, aceptarlas totalmente, entender que no tiene por qué gustarle y que está en su total derecho de expresar su desacuerdo, todo esto a la vez que mantenemos el límite que hemos establecido. "Estás enfadado porque querías más. Has tirado la comida y eso significa que has terminado. Dentro de un rato podrás merendar. Lo sé, lo sé, estás muy enfadado. ¿Quieres un abrazo?" Luego adelantamos un poco la hora de la merienda y listo.

Por si no ha quedado claro antes, sólo establecería el límite en los casos en los que los adultos tuvieran una reacción tan grande ante este comportamiento que fuera cuestión de elegir entre convertir la hora de la comida en una lucha o establecer un límite de forma calmada. Se suele dar la situación en la que intentamos establecer el límite simplemente explicándolo, una y otra vez, una y otra vez, hasta la saciedad, esperando a que poco a poco el niño lo asimile y por sí mismo decida dejar de hacerlo. Pero si estamos hablando de un bebé o un niño pequeño (menos de 3 años) esa expectativa es poco realista. Esto va a producir enfado y frustración y al final siempre lo pagamos con los niños. Como os explicaba en el post Los límites y el llanto, si algo nos molesta, si algo nos va a hacer perder los nervios por los motivos que sea, es responsabilidad nuestra imposibilitar que eso suceda. No es responsabilidad del peque, es responsabilidad nuestra. 

Si estamos en una situación en la que perdemos los nervios con frecuencia porque intentamos que el niño o el bebé acepte un límite por sí mismo, que sea capaz de controlarse sólo, si estamos super frustrados porque sentimos que no nos hace caso, es porque estamos entendiendo mal como funciona el cerebro del niño y lo que significa establecer un límite de forma efectiva. Para establecer el límite simplemente hay que imposibilitar la posibilidad de que algo suceda. En este caso, para establecer el límite "la comida no se tira" tiene que ser imposible acceder a comida que tirar. Enfadarnos con los niños, gritarles, pegarles, castigarles por no cumplir un límite que no estamos estableciendo de forma efectiva es totalmente injusto y contraproducente. Por no hablar de todos los perjuicios que acarrean a los niños sufrir de forma regular conductas como esa. 

Así que si tu hijo tira la comida, tienes que decidir si te molesta tanto como para establecer el límite o si puedes encontrar la manera de permitirlo sin que te produzca resentimiento. Jugar con la comida es una actividad valiosísima desde el punto de vista del aprendizaje. Lo ideal sería que pudieras verlo y permitirlo, al menos de forma controlada, como tal. Pero los padres no siempre somos ideales, y si por las circunstancias que sea, por como te criaron tus padres, porque estás agotada y no puedes con otra cosa más, porque tirar comida en tu casa es malgastar un recurso escaso... por lo que sea, aprende que puedes establecer el límite y que puedes hacerlo de forma respetuosa.  Sin perder los nervios, sin enfadarte, sin invalidar las emociones de tu peque. Con confianza, con seguridad, con calma, con cariño. Como un guía enseñando una cultura extranjera. 

Puedes hacerlo.


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¡Mil gracias por leerme!

¡Feliz Crianza!

3 comentarios:

  1. Hola! Qué buen artículo :) Una vez más, gracias!
    Nosotros hacemos BLW desde los 7meses, tiene ahora 13.
    Nuestro problema es que de repente no quiere comer nada y lo poco que come es si se lo damos.
    Es automático, no quiere sentarse. O también ocurre sentarse sin problema y cuando le pones la comida, obien se interesa pero hace como que se le va a comer y la tira o bien negar de raíz cualquier cosa aunque le guste.
    El niño está sano, feliz y en un peso sobrado, seguimos con pecho a demanda.
    Pero no dejo de estar confundida, estaba tan interesado por la comida, y comía él sólo tan bien...y de repente, fuera!

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    Respuestas
    1. Hola, Dina. Eso son etapas. A partir del año suele haber una etapa en la que dejan de comer casi completamente. Paciencia y seguir ofreciéndole. Y sobre todo no obligarle a comer.

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  2. Hola, Rosa. Estoy de acuerdo con tu entrada excepto en lo que a límites se refiere. No creo que sea necesario ningún límite en este aspecto de la crianza. Y pese a que dices que no tiene nada de punitivo, yo sí que lo veo y se puede entender como punitivo. Pero lo que más me preocupa no es tanto la implicación punitiva sino la conductista y sobre todo porque desde mi punto vista es innecesario. Pero es solo mi opinion. ¡Un abrazo!

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