Igual que en una relación amorosa, puede pasar que la relación se desgaste por el día a día, que las prisas, el estrés, la rutina, el estar atascado en una dinámica de lucha de poder a ver quién puede más, el "ellos contra nosotros", el "aquí mando yo", todo ello puede hacer que con el tiempo nos vayamos alejando de nuestro pequeñín hasta llegar al punto en el que casi todo lo que hace nos molesta. Ya no nos cae bien. Suele pasar que idealizamos el tiempo en el que eran bebés, cuando no hablaba ni replicaba, cuando no nos desafiaba...: "con lo monos que eran de pequeños", "cuando era un bebé me daban ganas de comérmelo, y cuando creció ¡me arrepentí de no habérmelo comido de verdad!"
Cuando algo así nos pasa con nuestra pareja, hay quien intenta arreglarlo y hay quien elige separarse. Pero con nuestros hijos no tenemos elección. No nos podemos divorciar de nuestros hijos, así que las opciones son intentar arreglarlo o vivir con el conflicto y la distancia aumentando paulatinamente.
¿Qué puedes hacer para mejorar vuestra relación? Necesitas volver a enamorarte
¿Recuerdas lo que sentiste la primera vez que lo vistes? ¿Los primeros meses? ¿el primer año? Seguro que eran difíciles, seguro que eran estresantes, pero mirabas a tu bebé y se te caía la baba. Necesitas volver a sentir eso. ¿Cómo? Vamos a ver algunos consejos que pueden ayudarte:
1. No te lo tomes de forma personal:
Es fácil entender sus desplantes como una muestra de que tu hijo no te quiere. De hecho es tan fácil, que es probable que tu hijo también esté interpretando TUS desplantes así. Es muy posible que actúe como si no te quisiera porque siente que tú no le quieres. Así que la única manera de cambiar la situación nace de ti y de tu capacidad por hacerle sentir tu amor. La buena noticia es que cambiar la situación ¡está totalmente en tus manos! Todos los consejos de esta entrada nacen de la creencia de que los niños quieren portarse bien: "Los niños que se sienten bien, se portan bien." Así que reparar vuestra conexión es el primer paso hacia la mejora de vuestra relación.
2. Obsérvalo mientras duerme:
Míralo bien, mira su boca entreabierta mientras respira, observa sus pestañas, su pequeña naricilla, su manita abrazada a un peluche, mira su pelo revuelto. Obsérvalo bien y deja que el amor que sientes por tu peque te guíe: piensa en momentos felices que hayáis compartido, piensa en lo que sentiste cuando te quedaste embarazada, piensa en sus primeros abrazos, en la primera vez que te dijo mamá o papá. Susúrrale algunas palabras si quieres: dile lo mucho que le quieres, dile que sientes haber dejado que os distanciéis, dile que lo vas a intentar arreglar. Háblale desde el corazón.
3. Plan de choque: la bomba de amor.
Si piensas en consejos para reparar una relación de pareja que se está desgastando por el día a día, seguro que de lo primero que se te ocurre es pasar un fin de semana solos para reconectar. La bomba de amor es algo parecido. Consiste en planificar un "día del Sí" para tu hijo y tú en el que el niño sea el protagonista, en el que pueda decidir él qué plan quiere hacer, y durante cuánto tiempo. Se establecen ciertas normas con antelación, claro está, por seguridad o salud o lo que vosotros decidáis. Pero la intención es que intentes decir que sí a la inmensa mayoría de los planes que proponga. El objetivo es que lo paséis bien juntos, que disfrutéis a solas, que os desatasquéis y que fluya el amor de nuevo. Pero cuidado, puede ser peligroso crearse muchas expectativas con este día, porque las expectativas pueden no cumplirse y esto crear más frustración. Es posible que la relación esté tan dañada que tu hijo necesite sacar sus emociones "negativas" primero, es posible que encadene rabieta tras rabieta. En este caso lo importante no es pasarlo bien, sino estar juntos de una manera positiva. Si tu hijo llora y tú consigues mantener la calma y estar presente y mostrando amor y apoyo, será tan reparador o más que una tarde de risas.
Una vez que pasa el día del Sí se recomienda dedicar al menos media hora diaria de atención exclusiva como forma de mantenimiento.
4. Mantén la proporción a vuestro favor: la regla del 5 a 1.
El cerebro tiene una tendencia a darle más importancia a las cosas negativas que a las positivas. Los científicos han calculado que la proporción es aproximadamente de 5 a 1, esto es, por cada cosa negativa que pasa, el cerebro necesita cinco cosas positivas para equilibrar la balanza. Cada vez que suceda algo que os distancie: una discusión, una riña, un grito, haz el esfuerzo consciente de crear cinco momentos que os reconecten: un abrazo, una disculpa, un cuento, un juego, un ataque de besos, un paseo sin prisas... Lo que se os ocurra.
5. Que se sienta bienvenido:
Cada vez que tu hijo entre en la habitación donde estás, todas y cada una de las veces, míralo, y dile algo o sonríele. Aunque acabéis de discutir, aunque no te apetezca mucho. Hazlo. Ayudará a que se os pase antes a los dos. Ayudará a los cerebros de los dos a procesar que a pesar de que a veces discutáis u os enfadéis, el amor está ahí de forma constante. El sentir eso ayudará a fortalecer vuestra relación, y si crees, como creo yo, que el comportamiento depende directamente del nivel de conexión emocional que sienten nuestros hijos con nosotros, fortaleciendo el vínculo mejorará también el comportamiento.
6. Utiliza los cuentos para reconectar:
Cuando estamos enfadados nos cuesta trabajo expresar amor y cariño, y si encadenamos enfados a menudo y no hacemos el esfuerzo de repararlo, es posible que pasen días o incluso semanas sin decirle a nuestro hijo lo muchísimo que lo queremos. Para los pequeños, yo recomiendo "Te quiero un montón" y "Siempre te querré, pequeñín". El primero cuenta de cómo una mamá ocupada ha estado un poco ausente todo el día, y cuando llega la hora de dormir el peque le pide que le diga que le quiere. Entonces se da cuenta de que no ha hecho mucho caso a su hijo y decide crear nuevas maneras de decirle lo mucho que le quiere. Es un cuento muy tierno, muy divertido, que te obliga a decir muchas veces "Te quiero" y que termina con un gran abrazo. Ideal para reconectar al final del día. El de "Siempre te querré, pequeñín" es también una delicia sobre el amor incondicional. El pequeño Colin hace una trastada y su mamá, en vez de enfadarse le dice que le seguirá queriendo haga lo que haga. Me recuerda mucho a este post de Janet Lansbury con el testimonio de una mamá que utiliza precisamente esa expresión de amor incondicional para reparar su relación con su hija. Personalmente me emociona muchísimo ese testimonio, es probablemente mi artículo favorito del mundo mundial.
7. Adopta algún mantra o frase que te ayude a centrarte cuando sientas que pierdes el control:
Puedes ponerlo por la casa, crear cuadritos con frases positivas que puedas ver a lo largo de todo el día y que te ayude a centrarte: "Hoy sólo amor", "Quiéreme cuando menos lo merezca porque será cuando más lo necesite", "No se está portando mal, lo está pasando mal", "Es su crisis, no la tuya.", "Comparte tu calma, no te unas a su caos", "Está aprendiendo". En este enlace puedes encontrar mis mantras de crianza favoritos en formato pdf, listos para imprimir.
8. Cambia lo que no funciona:
Todo esto evidentemente tiene que ir acompañado de un intento de cambiar lo que no está funcionando en vuestro estilo de crianza. Los castigos, los cachetes, los gritos, las comparaciones con otros niños, los intento de manipulación a través del amor, los "pues entonces ya no te quiero", las expresiones de exasperación dirigida hacia los niños, los "¡me tienes harto!", el hablar mal de ellos en su presencia, todo esto son cosas que os distancia, así que necesitas dejar de hacerlo. Hemos hablado muchas veces de lo difícil que es dejar atrás esas cosas que tenemos preaprendidas y que nos salen instintivamente cuando nuestro cerebro se pone a la defensiva, y precisamente por eso es importantísimo llenarse la mochila de herramientas positivas para lidiar con tus emociones y con las suyas de forma que os acerquen o que al menos no os alejen más. Y para las veces que caemos en los viejos malos hábitos, pues nos disculpamos y aplicamos la regla del 5 a 1.
9. ¡Cuídate!
También es importante que seamos conscientes de si estamos cubriendo nuestras propias necesidades. Es fácil caer en el mito de la "maternidad sacrificada", pero ponernos siempre en último lugar termina por causar problemas, especialmente cuando los hijos presentan problemas de comportamiento. Aunque estos sean perfectamente normales según las pautas de desarrollo, si no nos estamos cuidando, es muy fácil que esos comportamientos inapropiados (aunque normales) generen en nosotros resentimiento y pensamientos como "¡cómo puede hacerme esto a mí, con lo que yo hago por ella!". Esto, evidentemente daña la relación a la larga. Nuestros hijos no pueden ser responsables de nuestro bienestar. Nos corresponde a nosotros conocer donde están nuestros propios límites y tomar las medidas oportunas para no sobrepasarlos. No es justo dejar esa carga sobre los hijos.
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¡Mil gracias por leerme!
¡Feliz Crianza!
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