lunes, 5 de septiembre de 2016

Estrategia: Dales con la imaginación lo que no puedes darle en la realidad. ¡Funciona!

No sé si os habéis dado cuenta, pero la mayoría de las veces, usar la lógica no funciona con nuestros niños. Explicarles de manera super razonada, ¡y razonable! el por qué eso que están pidiendo es imposible, o no está en nuestras manos, o ahora no es el momento, o va a tener que esperar hasta otro día... (seguro que ya os vais haciendo una idea) no funciona. Simple y llanamente, no funciona. Ya sabéis que tenéis la posibilidad de aceptar el disgusto y permitir su expresión, acompañar el llanto y demás. Pero a veces, ¡a veces preferiríamos no tener que lidiar con esas emociones! Para esas ocasiones os he traído una estrategia que personalmente me gusta y utilizo mucho: conceder con la imaginación lo que no puedes conceder con la realidad. ¿Recordáis ese anuncio tan triste en el que la mamá le daba a la niña un bocadillo vacío y le decía que era un bocadillo mágico y que podía imaginarse lo que quisiera que hubiera dentro? Pues algo así.


No recuerdo cómo aprendí yo esa técnica, probablemente sería en alguno de los grupos de facebook que frecuento, pero es una herramienta fácil, divertida y eficaz así que he buscado expresamente un artículo que hablara de ella y os he traído este que creo que describe bastante bien cómo se utiliza.

El artículo de hoy es Da con la imaginación lo que no se puede dar en la realidad ... ¡Funciona! de una asesora de crianza afincada en Boston llamada Cynthia Kriegman. ¡Espero que os guste!


Estrategia: Conceder con la imaginación lo que no se puede dar en la realidad

Fuentes: Cómo hablar para que los niños escuchen y escuchar para que los niños hablen (Faber y Mazlish); Padres pacíficos, niños felices (Laura Markham) 

Un gran reto para los padres es escuchar a sus hijos de manera que sus hijos se sienten realmente escuchados. Sentirse escuchado, no sólo le transmite tu amor de manera fuerte y clara, sino que también le ayuda a calmarse y empezar a pensar en el problema en cuestión. A menudo, los padres escuchan a sus hijos y reconocen que lo está pasando mal en ese momento, pero no muestran de forma efectiva al niño que le están escuchando, por lo que el niño sigue tratando de comunicar el mismo mensaje, a menudo para aumento de la frustración del adulto. 

Pensemos en esos momentos en que tu hija quiere algo, pero simplemente no puede ser. Ella sigue quejándose a pesar de que le has dicho en repetidas ocasiones, con una explicación clara y lógica, que no puedes satisfacer su deseo. Este tipo de situaciones son infinitas: no quedan más palitos de queso; su camisa favorita está cubierto de barro; empezó a tronar cuando estabais a punto de ir al parque, etc. 

Un día este verano, yo iba empujando a Forest (1 ½) que estaba dormido en su silla de paseo con un casi-igual-de-cansado Darwin (3 ¾) caminando a mi lado. Acabábamos de salir de la estación de tren y estábamos esperando a que se abriera  el semáforo cuando Darwin pareció darse cuenta de que ahora teníamos que caminar de regreso a nuestra casa - ... arriba ... arriba ... y arriba por una larga y muy empinada cuesta. Puso un gesto torcido como si estuviera a punto de llorar. Él echó los brazos alrededor de mis piernas, apoyó todo su peso contra mí, y con una voz muy angustiada gimió, "Mami, llévame en brazos!" 

Probablemente te puedes imaginar cómo podría haberse desarrollado esta historia: 

Mami: Cariño, no te puede coger en este momento porque tengo que empujar el cochecito.
Darwin: ¡¿Por qué ?! (Con lamentos)
Mami: Porque tenemos que llegar a casa y Forest está durmiendo en la silla de paseo.
Darwin: ¡¡Pero quiero que me lleves!! (más lamentos)
Mamá: Te acabo de decir que no puedo cogerte porque Forest está durmiendo en la silla de paseo. Darwin, tú también estás muy cansado, así que tenemos que subir la colina para que puedas echarte la siesta en casa.
Darwin: ¡No necesito una siesta! ¡Sólo es que no puedo caminar porque mis piernas están cansadas! (Llorando en el suelo)

A partir de aquí, probablemente habría ido a peor, de muchas maneras posibles, pero ahora puedes respirar tranquilo porque eso no fue lo que sucedió. En realidad, tuve la suerte de identificar que se trataba de una de esas situaciones en las que el objeto de su deseo, simplemente no estaba disponible, así que le concedí su deseo con la imaginación. 

Mami: "¡Ay, mi vida! Ojalá pudiera llevarte en brazos y empujar el cochecito al mismo tiempo. ¡Desearía tener cuatro brazos!". 

Diciéndole que "Ojalá" pudiera darle lo que quería le comunicaba que le había escuchado y que realmente compartía su deseo, y al mismo tiempo le estaba dejando muy claro que yo no iba a ser capaz de darle lo que quería. 
Entonces, ¿qué fue lo que hizo después? Pues bien, se sentó en la acera y empezó a llorar. Estaba realmente muy, muy cansado, y realmente es una cuesta muy, muy empinada y larga. El pobrecillo estaba procesando la realidad de la situación - que iba a tener que caminar hasta casa. Hey, es duro que te den una mala noticia. Probablemente yo también habría llorado si estuviera en su lugar. 

Me arrodillé junto a él. Había intentado transmitirle que entendía lo disgustado que estaba, pero tal vez sus sentimientos eran un poco demasiado grandes, y él necesitaba que se lo dijera de unas cuantas maneras más, de forma que no se sintiera tan solo con sus sentimientos. Volvía a probar la estrategia de concederle su deseo con la imaginación, pero esta vez fui un poco más juguetona.  

Mami (cerca de su cara, con una voz tierna): ¿Sabes qué desearía? Desearía que ese viejo camión de ahí nos dejara montar y nos subiera la cuesta. ¿Verdad que sería genial?
Darwin: (dejando de llorar y hacer contacto visual): Sí.
Mami: ¡Oh, mira! ¡Un pájaro! Desearía que bajara volando y nos llevara montados en su espalda todo el camino hasta nuestra casa!
Darwin (ahora totalmente sin llorar, de pie, empezando a sonreír y entrando en el juego): ¡Sí! ¡O podría aterrizar aquí una nave espacial y que nos llevara  a casa!  
Mami: Eso sí que sería super divertido. ¿Manejarías tú los controles?
Darwin: Sí, pero todos tendríamos que llevar nuestros trajes espaciales ... ¡espera! Aquí los tengo.
Mami: ¡Oh, perfecto! Y el semáforo se ha puesto verde, así que podemos cruzar la calle. Tres, dos, uno…
Darwin (agarrándose a la sillita para cruzar la calle): ¡Despegamos! 
Cruzamos la calle en silencio, y cuando llegamos al otro lado, Darwin dijo, "Pero sabes que Mami, si caminamos, nuestros músculos se harán más fuertes." 
Mami: Oh sí. Es verdad.
Darwin: Mami, ¿No sabías eso?
Mamá: Bueno, sí lo sabía, pero se me había olvidad hasta que me lo has recordado. Ahora me siento mucho mejor por tener que pasear. 

Caminamos juntos cuesta arriba muy agradablemente durante los 10 minutos siguientes, charlando. Increíble. 

En mi opinión, esta técnica, Conceder con la imaginación lo que no se puede dar en la realidad, funciona así de bien para calmar a un niño y permitirle hacer la transición a hacer frente a la situación en cuestión, porque le muestra que sus padres (u otro adulto) entiende sus sentimientos y preocupaciones. Además, mediante la conexión con el juego, el padre crea inmediatamente un nexo con el niño en su idioma favorito, el juego. Esta conexión hace que el niño confíe no sólo en el compromiso de sus padres sino también en la creencia de que, a pesar de la existencia de fuertes sentimientos negativos, el mundo es básicamente un lugar bueno. Esta confianza funciona para ayudarle a sentirse más seguro de sí mismo, lo que hace que sea aún más fácil para él pensar con claridad y hacer lo que tiene que hacer. Según Laura Markham, cuando visualizamos nuestro deseo hecho realidad, los escáneres cerebrales muestran al cerebro temporalmente satisfecho. No he sido capaz de localizar la fuente de su investigación, pero la idea es ciertamente atractiva, y si es verdad sugiere una razón adicional por la que esta herramienta funciona tan bien para ayudar a un niño frustrado a lidiar con una decepción. 

Por último, me encanta esta técnica porque he podido ver muy claramente cómo Darwin la ha integrado como herramienta propia para gestionar sus emociones. He estado concediéndole deseos con la imaginación desde antes de que pudiera entender las palabras, y el año pasado me di cuenta de que estaba empezando a utilizar esta técnica de pensamiento de forma independiente. Recuerdo un día cuando tenía poco más de tres años que habíamos hecho juntos unas gachas. Estaba muy emocionado porque iba a poner la mantequilla y ver cómo se derrita, como hacíamos siempre. Cuando le dije que no veía la mantequilla en la nevera, me ayudó a buscar y además sugirió que miráramos también en el congelador. Cuando finalmente estuvimos los dos de acuerdo en que en realidad no quedaba mantequilla en casa, respiró hondo, me miró con una media sonrisa, y comentó: "Ojalá tuviéramos un tarro enorme de mantequilla hasta arriba!" Le devolví la sonrisa, mordiéndome la lengua. 
¿Su pensamiento final? "Bueno, supongo que puedo ponerle mantequilla de cacahuete."

* * *

¿Qué os parece? ¿Conocíais esta técnica? ¿No os parece genial? Yo personalmente la utilizo mucho. Por ejemplo, cuando el peque dice que tiene hambre y falta poco para cenar. En lugar de decirle que tiene que esperar, pruebo a decirle "¡Tienes mucha hambre! Ojalá fuera ya la hora de cenar. ¡Yo me comería un pavo entero! ¿Qué te comerías tú?" Y empieza a decirme cosas que le gustaría comer. Yo hago como que las apunto, y las anuncio a su padre (que es quien suele hacer la cena) como quien hace un pedido en cocina. Lo hacemos un poco exagerado y bastante divertido, y suele conseguir que se le pase un poco y se ponga a hacer otra cosa. Si sigue insistiendo porque de verdad que tiene mucha hambre, repetimos el juego (que es menos estresante que repetir las razones objetivas por las que tiene que esperar un poco para cenar) y pensamos si es oportuno adelantar la hora de la cena o simplemente está pidiendo comida porque está aburrido. (No, en serio, hay tardes que no para de comer y cuando falta media hora para cenar vuelve a decir que tiene hambre cuando es prácticamente imposible).

Otro momento en el que me encanta utilizar esta técnica es cuando vamos en el coche, ve algo que le gusta mucho (un túnel, un tren que pasa, un autobús) y pide ver otro. Evidentemente que pase otro está totalmente fuera de mi control, pero si intento razonar con él que no puedo hacer aparecer otro autobús se enfada y se pone a llorar. En lugar de eso pruebo a hacer magia: "¡Abracadabra, que aparezca un autobús!" y cuando evidentemente no funciona "¡Cáchis, no ha funcionado! Se me ha estropeado la magia. A ver si a ti te funciona. Prueba tú." Otras veces me uno a su deseo de ver lo que sea y terminamos los dos haciendo cánticos para que aparezca otro tren o lo que sea. Funciona genial y como mínimo transforma momentos potencialmente desagradables de llanto en momentos agradables de risas compartidas.


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