
La
hora de comer es un martirio para muchos niños y padres en muchas
familias. Cuándo hay problemas con la alimentación, lo primero que
debemos hacer es descartar que pueda haber algún problema de salud
detrás. A menudo hay intolerancias o problemas de sensibilidad
sensorial detrás de aparentes preferencias. Así que siempre primero
descartar problemas de salud. Una vez tenemos claro que nuestro hijo
está sano y que simplemente es una cuestión de preferencias, de
malos hábitos, o de luchas de poder enquistadas podremos empezar a
actuar para buscar soluciones.
Suele haber dos tipos de problema: o
bien es un martirio porque se obliga al niño a comer cosas que no
quiere, o bien es un martirio porque nos vemos haciendo comidas
diferentes para ellos y observamos que la lista de comidas aceptadas cada vez es más
reducida. Podríamos decir que los problemas en la comida suelen
responder o bien a una perspectiva autoritaria, o bien a una
perspectiva permisiva. Si me seguís de hace tiempo ya sabéis que mi
forma de crianza busca siempre un término medio: creo firmemente en el papel del adulto como líder y guía en la familia, pero
también creo firmemente en el valor intrínseco de fomentar en los niños cosas como la
autonomía y la autorregulación, también a la hora de la comida.
Pero ¿cómo se traduce esto a la hora de comer? Lo que en mi opinión
mejor funciona en ese término medio es el método de la nutricionista y terapeuta de renombre Ellyn Satter llamado División de Responsabilidades.