Las dinámicas entre hermanos son complicadas, porque hay que tener en cuenta un montón de factores, y no solo con respecto a los niños sino con respecto a nuestra reacción. A falta de más datos no me parece que el comportamiento del niño salga fuera de lo normal o sea especialmente preocupante en principio. Con 6 años puede parecer mayor para pegar por impulso, pero no lo es realmente. Los científicos hablan de que el control de impulsos empieza a desarrollarse en torno a los 3.5 años, y no se adquiere totalmente hasta entrada la veintena (aunque seguramente se os ocurren ejemplos de adultos con un paupérrimo control de impulsos). Esto son conclusiones basadas en estudios y evidentemente son generalidades, lo cual no quiere decir que no pueda haber niños que muestren signos de control de impulso antes o que no empiecen a mostrarlos hasta algo después. También depende de la fuerza del impulso que sientan, o de su regulación emocional en ese momento. Así habrá ocasiones en las que sean capaces de controlarse mejor que otras. (Bastante más grandes éramos mis hermanas y yo cuando nos peleábamos a golpes, patadas, tirones de pelo... lo que pilláramos). Esto, por supuesto, no quiere decir que no haya que ocuparse del problema. Por supuestísimo que no. La violencia no la debemos permitir nunca. Lo único es que habría que evitar la carga emocional añadida de ver en esa conducta un grave problema que marque toda la dinámica familiar y la forma de ver al niño.
Para todo lo relacionado con relaciones de hermanos, recomiendo muy encarecidamente el libro: Hermanos, no rivales, de Adele Faber. Podéis encontrar la reseña AQUÍ.
Las pautas en este libro van hacia cómo permitir que los niños desarrollen su propia relación sin imponer etiquetas (víctima/verdugo, el listo/el cariñoso, el rebelde/el responsable...). Permitiendo que sean ellos mismos quienes resuelvan los conflictos siempre que se pueda, y asegurándonos que no estamos echando leña al fuego con nuestra reacción.
En el mensaje original me llama la atención la frase "pero me entristece mucho que reaccione así y lastime tanto a su hermanita... Tengo que aceptar que cuando esto sucede le regaño y a veces le grito". Al decir que se entristece (reacción totalmente normal) y le regaña, imagino que le asigna automáticamente el papel de "verdugo". Es muy común que quien pierde el control es inmediatamente corregido, sin tener en cuenta la causa de esa pérdida de control. Y si a eso se le añade el hecho de que es el mayor y que "debería saber comportarse", pues es fácil imaginar que la dinámica en juego favorece que se forme cada vez más resentimiento del mayor hacia la pequeña. Este tipo de dinámicas es de lo que trata en gran parte el libro que menciono, de ahí que crea que puede ayudar muchísimo en este caso.
Si esta no fuera una consulta anónima, haría muchas preguntas: ¿qué pasa antes de que se lleguen a los golpes? ¿cómo es la dinámica entre ellos normalmente? ¿qué es lo que hace la pequeña que le produce tanta rabia al mayor? Ese tipo de detalles ayudan a afinar más con los consejos. Pero así en general lo que se me ocurre es traduciros un fragmento del libro Hermanos, no rivales (yo lo tengo en inglés) que resume qué hacer en caso de peleas y discusiones entre hermanos:
Nivel 1: Discusiones normales. No intervengas.
1. Ignóralas. Piensa en tus próximas vacaciones.2. Dite a ti mismo que los niños están teniendo experiencias importantes en resolución de conflictos.
Nivel 2: La situación se calienta. La intervención de un adulto puede ayudar.
1. Valida su enfado."¡Estáis los dos muy enfadados!"
2. Refleja el punto de vista de cada niño."A ver, Sara, tú quieres seguir abrazando al cachorro, porque se acaba de acomodar en tus brazos. Y tú Billy, sientes que también deberías tener tu turno ya."
3. Describe el problema con respeto."Es un problema complicado: Dos niños y un solo perrito."
4. Expresa confianza en la habilidad de los niños de encontrar su propia solución."Confío en que podéis encontrar una solución que sea justa para los dos... y para el perrito."
5. Sal de la habitación.
Nivel 3: Situación potencialmente peligrosa.
1. Pregunta:"¿Estáis jugando a pelear o peleando de verdad?" (Jugar a pelear se puede permitir. Las peleas reales no.)
2. Haz saber a los niños:"Sólo podéis jugar a pelear si los dos estáis de acuerdo." (Si no es divertido para ambos, hay que parar.)
3. Respeta tus propios sentimientos:"Puede que estéis jugando, pero me parece demasiado bruto. Tenéis que buscar una actividad diferente."
Nivel 4: ¡Situación definitivamente peligrosa! Intervención de adulto necesaria.
1. Describe lo que ves."Veo dos niños muy enfadados que están a punto de hacerse daño el uno al otro."
2. Separa a los niños."No es seguro para vosotros estar juntos. Tenéis que ir a calmaros. ¡Rápido, tú a tu cuarto y tú al tuyo!"
Esto obviamente son pautas generales que no aplican al 100% a la situación que describe la consulta, pero es posible que antes de llegar a los golpes, los niños hayan pasado por algunas de estas fases donde podría haberse intervenido de forma que no se llegara a ese final.
En general, todas las pautas van dirigidas a dos cosas: no etiquetar a los niños, permanecer imparciales, darles la oportunidad de buscar una solución por sí mismos en cuanto recuperen la calma. Normalmente el mero hecho de intervenir validando el punto de vista de ambos funciona para rebajar la tensión lo suficiente como para que no escale y puedan acordar algo.
En un momento del libro también responde a esta pregunta:
"Imagina que usamos las habilidades que hemos tratado en este curso y un niño continua haciendo la vida imposible al otro. ¿Qué hacemos entonces?Si la relación de un niño con sus hermanos y hermanas parece estar dominada por el odio, celos intensos, y la competitividad constante; si nunca comparte; si siempre abusa de sus hermanos verbal o físicamente, entonces sería prudente buscar ayuda profesional para el pequeño. El padre o madre podría considerar terapia individual para el niño o terapia familiar."
Esto sería en casos muy extremos en los que básicamente no hubiera interacción positiva entre los niños, y en los casos en los que se hubieran probado las pautas del libro y nada pareciera funcionar, o que fueran tan extremos que necesitaríamos intervención inmediata. Pero no me da la sensación de que sea el caso de la consulta que nos ocupa.
Ajustándome a lo que dice la consulta concretamente, el problema parece ser que el niño reacciona con agresividad cuando su hermana hace algo que le molesta. Los conflictos entre hermanos son inevitables, lo importante en este caso es irle ayudando a sustituir la agresividad por el lenguaje a la hora de resolver sus desacuerdos. Está claro que hoy por hoy no puede controlarse, posiblemente porque está de alguna forma asumiendo ese papel de "malo" que de ninguna manera queremos que asuma. En mi opinión, como aconsejo en todas las consultas de niños que responden con agresividad a ciertos estímulos, nuestro objetivo número uno está en la prevención. Para ello tendremos que estar un tiempo convirtiéndonos en la sombra de los peques y estar presentes, atentos y observando siempre que estén juntos. Observar muy de cerca nos permitirá descubrir qué es lo que sucede entre ellos, qué es lo que provoca la ira desmedida del mayor, y también nos permitirá intervenir y bloquear los golpes antes de que sucedan con un simple "no voy a dejar que golpees a tu hermana" y a continuación, una vez interrumpido el impulso: "sé que estás enfadado, vamos a buscar una solución hablando". Este proceso de sustituir golpes por soluciones habladas será paulatino, y al principio requerirá nuestra presencia y arbitraje (aunque la solución debería partir de ellos), pero con el tiempo se irá automatizando. Y eso unido a un mayor enfoque en la conexión positiva con ambos niños y un abandono de posiciones favorables a etiquetar a los pequeños, irá convirtiendo esas reacciones tan agresivas en cosa del pasado.
Lo ideal, entonces, es ser capaces de intervenir antes de que se llegue a la agresión. Pero cuando llegamos tarde y hay claramente una persona herida o dañada, el consejo sería, sin reaccionar de más, describir la situación y pedir al que ha agredido ayuda para consolar o atender al que ha sido dañado, como una forma de reparar. Si el que ha agredido está muy, muy enfadado, o si hemos intervenido de forma que se siente juzgado inmediatamente sin haber podido dar su versión, es probable que se niegue a ayudar, en ese caso, atendemos nosotros sin más. Nos esforzamos sobrehumanamente por mantener la calma. Una vez que el "agredido" esté mejor, les pedimos que nos cuenten lo que ha pasado, y nos limitamos a repetir (reflejar) lo que nos dicen "X estaba jugando con los bloques. Y quería jugar también. X no quería que Y jugara porque siempre rompe sus construcciones. Y dice que no iba a romper nada." Les escuchamos, validamos, no juzgamos. Cuando han terminado, les decimos algo parecido a: "No puedo permitir que solucionéis vuestros problemas pegando. ¿Se os ocurre alguna solución para este problema que sea justa para ambos?" Si creemos que el ambiente y la tensión se ha disipado lo suficiente como para dejarlos solos mientras buscan una solución, podemos decirles algo como lo que aconseja el libro "Confío en que se os ocurrirá algo. Estoy en la cocina mientras habláis." Si no, pues nos quedamos para moderar un poco, pero teniendo mucho cuidado de no tomar partido. Podemos moderar los turnos, o intervenir si los ánimos se vuelven a caldear, pero no dar nosotros la solución. Podemos incluso tomar prestado el modelo de las reuniones familiares de Disciplina Positiva, especialmente si es un problema que se repite muy a menudo, y tomar nota por escrito de las soluciones que dan cada uno individualmente (ahí podemos aportar nosotros algunas sugerencias) y después de las propuestas elegir la que mejor funcione para todos.
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Cordial saludo, yo tengo un problema similar, tengo dos niños, uno de dos años y otro de cuatro, el de cuatro cuando se enoja por algo que hace su hermano le aruña la cara dirigiéndose a sus ojos, afortunadamente no tiene mucha puntería, lo que lo enoja es, a veces, cuando el tiene sueño que su hermano grita, "habla" mucho, a veces, lo que lo enoja es que su hermano es un poco brusco con el. El problema aquí es que el niño de 4 años tiene síndrome de Down, y no habla todavía, entonces no se muy bien como decirle que exprese su enojo sin la agresividad que ahora lo hace.
ResponderEliminarCon cuatro años tienen muy poquito control de impulsos, y si además tiene síndrome de down, pues su desarrollo cognitivo en este aspecto será probablemente el de un niño de menor edad. En estos casos el consejo es siempre el mismo, aunque aviso que es agotador: necesita que le ayudes convirtiéndote tú en un control de impulsos de sustitución. Esto sólo lo puedes conseguir estando presente, y muy cerca, siempre que los hermanos estén juntos. Lo ideal sería que tuvieran espacios separados para jugar de forma independiente, y que jugaran juntos solo cuando algún adulto pudiera estar presente para bloquear físicamente cualquier intento de agresión del uno al otro. Simplemente parando el golpe con firmeza pero con mucha tranquilidad, y decir "no voy a dejar que le pegues", y después poner en palabras el problema. Imagino que aunque no hable todavía, sí que entenderá algunas de las cosas que le dices, así que poner en palabras lo que sucede podrá ayudarle a entenderlo, y además le ayudará en la adquisición del lenguaje. Para cosas como lo que me dices de que uno molesta al otro con el sonido, es importante enseñarles a respetar el espacio del otro, aunque por ahora tenga que ser por la fuerza. No podemos controlar lo que sale por la boca de otras personas, pero sí que podemos obligarles a moverse o movernos nosotros. Si uno está intentando dormir y el otro está hablando, sepáralos físicamente. "Tu hermano está cansado y necesita silencio en este momento. Ven conmigo a la sala y me cuentas eso tan interesante." y si es necesario estableces el límite firme "Tu hermano te está expresando que necesita espacio. Hay que respetar cuando alguien necesita espacio. Yo te ayudo." Y te lo llevas. No son soluciones fáciles, ni mucho menos, y son agotadoras, por eso es importante el buscar la manera de que tengan espacios independientes también, para que tanto ellos como tú puedan tomarse ciertos respiros. Si buscas por el blog en la etiqueta de "establecer límites", en la de "resolución de conflictos" o en la de "agresividad" podrás encontrar más posts al respecto. Un abrazo.
Eliminartengo dos niños uno de 13 y otra de 3, el mas grande agrede de manera sadica a la menor en varias ocaciones he intervenido para que el no abuse de la menor. ¿A que se debe? son hijos de diferente papá.
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