Ya es hora de empezar a criar a nuestros hijos como a nuestras hijas.
Educación emocional
A los niños tradicionalmente se les ha dicho que mostrar emociones es de débiles. "Los hombres no lloran", se les decía. Y se les sigue diciendo. La realidad demuestra que esa represión emocional está detrás de gran parte de la diferencia en tasas de violencia y suicidios entre hombres y mujeres. Los hombres se ven empujados a reprimir sus emociones, y a avergonzarse de ellas, pero esto no significa que por naturaleza sean menos emocionales que las mujeres. De hecho, un estudio reciente ha demostrado que los niños, y por extensión los hombres, son de hecho más sensibles y emocionales que las niñas (y las mujeres). Esto abona el campo de las enfermedades mentales, como la depresión, y como identifican las emociones con la debilidad, se resisten a pedir ayuda, lo cual abona el campo para que esas depresiones terminen en suicidio cuando la situación se torna insoportable.
Apenas un bebé y ya está interiorizando que los hombre no lloran
Para los hombres, la única emoción "negativa" aceptable es la ira. La tristeza, el miedo, la duda... todas terminan transformadas en ira. Lo cual les hace más propensos también a la violencia. A resolver sus problemas "como un hombre", que no significa precisamente "dialogando razonablemente hasta que lleguemos a un acuerdo".
Cuando decimos que la sociedad patriarcal no perjudica sólo a las mujeres, nos referimos a esto precisamente. Fijaos en esta infografía que alguien realizó hace tiempo para desmentir el supuesto privilegio de los hombres sobre las mujeres. Todas y cada una de esas diferencias se puede explicar gracias al patriarcado. A la nula educación emocional que se les proporciona a los hombres, y a como se entienden los roles masculinos y femeninos en el hogar.
Podéis hacer click en la imagen para leer el comentario en profundidad que hice sobre el infografía.
Cosas de niñas
Los niños necesitan poder jugar a lo que tradicionalmente se han considerado cosas de niñas, al igual que los primeros pasos de las niñas hacia la igualdad fueron a través del juego. Los niños necesitan poder jugar a las cocinitas, a los papás y mamás, necesitan poder jugar a los bebés y a las muñecas. Hace no tanto, el rol del hombre en la familia era el de traer el pan a casa, y poco más. Así que lo único que necesitaba aprender era su profesión. Pero ahora esperamos que los hombres participen en la casa y la familia en el mismo grado que las mujeres, y eso tiene que empezar en el juego. Que los niños varones jueguen a cocinar, o a cuidar bebés los prepara precisamente para realizar esas mismas tareas en el futuro.
Por otra parte, prohibírselas como se prohibían antes (y como se prohibe aún hoy en algunas familias), no solo les está coartando su libertad de jugar a lo que quieran, sino que les está enseñando que esas cosas no son para él, lo cual sin duda va a extrapolar en el futuro.
Lo peor de todo esto, es que muchas veces detrás de este no dejar a los niños jugar a "cosas de niña" está un temor a que se "vuelva homosexual". Como si eso fuera posible, o algo a evitar en sí. La orientación sexual no se elige, de la misma manera que no se elige el color de ojos. Si tu hijo es homosexual, lo va a ser independientemente de si juega al fútbol o a las muñecas. Si quiere jugar a las muñecas, y no le dejas por miedo a que se vuelva homosexual, y resulta que lo es, lo único que vas a conseguir es que se sienta rechazado, y que sienta que tiene que esconder su verdadero yo de sus propios padres.
Con los colores pasa algo similar. El rosa está estigmatizado. Si eres feminista y tienes hijas, lo más probable es que huyas del rosa. Pero el caso es que el rosa es un color muy bonito y que les atrae mucho, y les atrae por igual a los niños y a las niñas. Es seguramente el color favorito de mi hijo, el rosa junto con el verde. También está estigmatizado lo cursi, la vuelta al hogar... al final todo esto refleja que todo lo que huele a feminidad tradicional sigue estando rechazado.
El año pasado, en verano, se pusieron de moda los patinetes entre los peques del bloque. Decidimos comprarle uno a nuestro hijo de entonces 2.5 años. Nos decidimos por el de Decathlon, que está genial de precio. En el decathlon, compras el patinete pero aparte tienes que comprar como la base que es la que le aporta el color. Hay un montón de ellos a elegir. Estaba a punto de escoger el de color rojo, a pesar de que sabía que seguramente él lo preferiría rosa. Decidí preguntarle a él, pensando en que había tantos colores que tal vez me sorprendería eligiendo otro... Eligió el rosa. ¿Os queréis creer que dudé si comprárselo o no? Sinceramente, estuve a punto de no hacerlo. Pero apareció la abuela por allí y me escuchó mencionar el patinete rosa, se acercó para decirme que cómo iba a comprarle un patinete rosa al niño y me dio tanto coraje, que fue el empuje que necesitaba para comprarle el que me había pedido. Para ser totalmente sincera, compré los dos. Como solo valían 3€ decidí comprarlo en rosa y en rojo, por si luego cambiaba de opinión. Esa fue la justificación que me di a mí misma, pero la realidad era que me daba cierto miedo al color rosa, y que quería tener un plan b por si acaso. El caso es que el patinete llegó y el peque volvió a escoger el rosa, lo montamos y a la calle que se fue. Nunca, nadie, ha mencionado absolutamente nada del color. Así que la base roja está guardada en su armario, como recordatorio de que a mí también me falta camino por recorrer.
Pero lo estoy recorriendo.
Cuando supe que estaba embarazada de un niño, hubo una pequeña parte de mí (sensibilizada como estoy con el tema del sexismo) que se lamentó de no poder criar (de momento) a una niña feminista. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que el reto y la oportunidad es mayor: El reto y la oportunidad de criar un hijo feminista.
Un hijo que valore la ternura, que sepa permitirse sentir y expresar sus propias emociones, que sepa aceptar y escuchar las emociones de los demás. Que sepa pedir perdón. Que sepa decir adiós. Que sepa pedir ayuda cuando las emociones sean tan intensas que sienta que no le dejan respirar.
Un hijo que entienda que cada uno es dueño de su cuerpo, y que no tiene derecho a imponer su deseo sobre el cuerpo de nadie más, que entienda lo que es el consentimiento, que entienda que si está jugando con alguien necesita ser capaz de parar cuando se lo pidan o cuando se de cuenta de que no parece que se siga divirtiendo.
Un hijo que sienta que cuidar de los hijos y de su casa es también cosa suya. Y que entienda lo valiosas que son esas tareas. Que aprecie de verdad el esfuerzo que requiere criar a los hijos y mantener una casa, que lo aprecie y lo valore, independientemente de que no sea una actividad remunerada.
Un hijo que aprenda a resolver sus problemas dialogando, y que sepa alejarse cuando la situación le supere, con una autoestima tan sólida, que lo que le digan o el qué dirán no le haga actuar de una forma contraria a sus valores. Que frases como "vamos a resolverlo como los hombres" o "no seas marica" no le hagan caer en la violencia.
Un hijo que no entienda la frase "como una niña" como un insulto. Que entienda lo ridículo que resulta ofenderse porque te comparan con una niña o con una mujer, porque entienda de verdad que son tan valiosas como los niños.
Un hijo que entienda que ser dueño de tu cuerpo también significa que no podemos juzgar cuando alguien hace algo con su cuerpo con lo que no estamos de acuerdo. Que cada uno vive la sexualidad como quiere, y que eso no nos hace perder valor. Que entienda que las personas merecen respeto independientemente del número de parejas que han tenido. Que entienda también que si alguien está comportándose de forma poco segura, se puede ofrecer ayuda y consejo sin necesidad de juzgar.
Un hijo que entienda que tener sexo seguro es también responsabilidad suya, y que las consecuencias de no tomar precauciones le afectarán también de por vida a él. Que jamás, jamás contemple ni remotamente la posibilidad de desentenderse de una chica a la que ha dejado embarazada.
Un hijo que entienda que tener sexo seguro es también responsabilidad suya, y que las consecuencias de no tomar precauciones le afectarán también de por vida a él. Que jamás, jamás contemple ni remotamente la posibilidad de desentenderse de una chica a la que ha dejado embarazada.
Un hijo que sepa ver con ojo crítico lo que la publicidad, la música o el cine nos quiere meter en el cerebro. Que entienda que el negocio está en la permanente insatisfacción, que los modelos de belleza cambian con el tiempo y que son artificiales, que no marcan ni su valor ni el de las personas que le rodean.
Un hijo que sepa lo que es la menstruación y no se ría de sus amigas cuando la tengan. Que conozca el ciclo menstrual de las mujeres y que entienda que es un conocimiento que le interesa tener, que le afecta y que probablemente tenga influencia sobre su vida porque tendrá influencia sobre la vida de las mujeres que le rodean. Que nunca jamás utilice ese conocimiento para burlarse de ninguna ni para invalidar o menospreciar sus emociones.
Un hijo que sepa lo que es la menstruación y no se ría de sus amigas cuando la tengan. Que conozca el ciclo menstrual de las mujeres y que entienda que es un conocimiento que le interesa tener, que le afecta y que probablemente tenga influencia sobre su vida porque tendrá influencia sobre la vida de las mujeres que le rodean. Que nunca jamás utilice ese conocimiento para burlarse de ninguna ni para invalidar o menospreciar sus emociones.
Un hijo que sepa valorar la diversidad, que no solo tolere sino que también acepte de corazón a todos los tipos de persona. Que no se sienta amenazado en su hombría por estar cerca de un homosexual. Que esté informado sobre temas como la orientación sexual o la identidad de género.
A veces todo esto implica dejarle escoger un patinete rosa, a veces implica dejarle que se pinte las uñas como las primas, a veces implica que se ponga a cocinar junto con papá, a veces implica permitirle llorar todo lo que necesite siempre que lo necesite, a veces implica establecer límites en torno a mi cuerpo que tiene que respetar... Y siempre, siempre, siempre implica aceptarlo, amarlo, y respetarlo tal y como es.
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¡Mil gracias por leerme!
¡Feliz Crianza!
¡Mil gracias por leerme!
¡Feliz Crianza!
Felicidades por el artículo. A mí también me tocó criar a un niño feminista y estoy segura de que voy a conseguirlo! Creo que es fundamental entender que el feminismo y la educación en igualdad no es algo exclusivamente orientado a las niñas y su empoderamiento. Necesitamos muchos niños feministas para llegar a una igualdad real.
ResponderEliminarYo tengo una niña ya mayor (14 años) y un pequeñajo de 20 meses, y estoy muy contenta de tener la oportunidad de criar un niño feminista junto con papá. Me ha encantado el post!
ResponderEliminar¡Qué hermoso artículo, felicidades! necesitamos más personas como tú para ver si este mundo se torna en un lugar mejor.
ResponderEliminarSimplemente maravilloso artículo!!! Tengo un hijo de 9 años y me veo 100% reflejada en lo que has escrito.
ResponderEliminarFelicidades, me encanta. Refleja lo que ti tambien siento e intento con mi hijo, que por cierto tiene 2 años y el patinete rosa. Gracias
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