jueves, 2 de febrero de 2017

La crianza imperfecta: ruptura y reparación

No soy una madre perfecta. Mi marido no es un padre perfecto. Cometemos errores, a diario. Seguro. Este blog no es de crianza perfecta, porque eso es imposible. Este blog es de crianza en constante evolución, en constante aprendizaje. A veces, cuando se comparten o se habla de temas de crianza con otros padres, es común que alguien termine por sentirse atacado en algún momento. En los grupos de madres pasa muy a menudo, y siempre sale la misma frase: "claro, como vosotras sois perfectas." No. Nada más lejos de la realidad.

Dice David Howe, científico que estudia temas relacionados con la Teoría del Apego, que un apego seguro se basa en nuestra capacidad de entender y atender a las necesidades de nuestros hijos. Añade que, incluso en el caso de los padres que más en sintonía están con sus hijos, lo normal es que acertemos un 50% del tiempo debido a malos entendidos, a falta de sincronía, a cansancio o a distracciones. Es decir, la conexión con nuestros hijos sufre rupturas frecuentes, pero la clave, lo esencial, en nuestra crianza es cómo se gestionan y reparan esas rupturas. En otras palabras, no se trata tanto de no cagarla nunca, sino de darnos cuenta de cuándo la cagamos, reparar el daño que hemos hecho y aprender de ello para la próxima vez.


Para ejemplificar esto, os he traído un post que leí hace unos días y que me encantó. El post original está en inglés así que lo he traducido para vosotros. Como siempre, se trata de una traducción no oficial hecha por mí. El post original se llama: What I Learned from the Worst Day of My Parenting Life (Lo que aprendí en el peor día de mi vida como madre), escrito por Chaunie Brusie para la web Babble.


Déjame hablarte sobre el peor día de mi vida como madre.

La mañana amaneció brillante y temprano el día de mi cumpleaños, pero por desgracia, no era lo suficientemente temprano para llevar a mi hija a la escuela a tiempo.

Me había quedado dormida. De nuevo. Mi marido se había ido ya hace rato al trabajo para una reunión que tenía muy temprano y me tocaba a mí conseguir sacar por la puerta a tres niños pequeños y a mi enorme barriga de embarazada en unos 15 minutos, una misión imposible ni Tom Cruise aceptaría.

Corrí frenéticamente al dormitorio de mi hija, encontré su cama vacía y su cobertor hecho una madeja, dejado de cualquier manera, estaba segura, en su prisa por escabullirse al piso de abajo para para ver los dibujos que ponen en la tele por la mañana.

Ah, claro, puede levantarse temprano para ver la tele, pero no puede vestirse sola, pensé para mí malhumorada mientras me inclinaba sobre la barandilla de arriba.

"¡Ada!", Le grité, "¡Sube aquí ahora mismo y vístete para la escuela! ¡Vamos a llegar tardísimo!

Entonces procedí a ir "corriendo" con el estilo que caracteriza a alguien tan embarazada como yo para despertar/vestir/luchar con los otros dos niños y meter mi cuerpo en alguna prenda mal ajustada que no horrorizara a los escolares. Otros diez minutos más tarde, me di cuenta de que mi hija no había subido todavía. De repente furiosa, con ese tipo de rabia especial de madre-frustrada-intentado-salir-por-la-puerta, bajé las escaleras totalmente preparada para gritar a mi hija.

Al encontrarla en la oficina, todavía en su pijama con el pelo revuelto, corrí hacia ella para llevarla por la fuerza escaleras arriba.

-¿Qué estás haciendo, Ada? ¡Vamos a llegar tardísimo, y todo por no hacerme caso!! ¡Te pedí hace diez minutos que subieras!" Le dije.

Me detendré aquí y dejaré que intentes imaginar cómo de grande fue la ola de auto-odio que llenó mi ser en el momento en que me di cuenta de lo que mi hija estaba haciendo. Seguramente puedes adivinarlo porque tienes un alma bondadosa a diferencia de la mía, que aparentemente está hecha de hielo, virutas de metal y clavos.

Sip. Ella había bajado a escondidas para hacerme una tarjeta de cumpleaños y estaba intentado hacerlo a toda prisa para poder darme una sorpresa. 

Me gustaría decirte que me rompí de inmediato y que tomé a mi hija en un abrazo lleno de amor y tuvimos un momento de unión que pondría celoso a Padres Forzosos o Tres por Tres (Full House), pero eso no fue lo que pasó. Lo que pasó es que aunque me sentía fatal, me sentí culpable por ser tan horrible y traté de justificar mi arrebato impetuoso con el hecho de que seguíamos llegando tarde ​​y ella me seguía habiendo desobedecido.

Le dije un "gracias, es muy bonito" muy poco expresivo, pero aún así la llevé arriba para vestirse, y continué con muy mal humor, y digamos que durante el trayecto a la escuela parecía como si alguien estuviera sacando el aire de nuestro coche.

No fue hasta que la dejé en el cole y volvía de camino al coche que el remordimiento me golpeó y me golpeó fuerte. Tan rápido como mi rabia terca había llegado, se fue, dejándome con un agujero en el estómago y un arrepentimiento tan amargo que podía saborearlo.

Me paré en la acera fuera de su escuela y de repente, me puse a temblar. Sintiendo que apenas podía mantenerme de pie, pensé en lo extraño que sería para los conserjes en la oficina de la escuela si me acurrucaba en el pavimento agrietado y me ponía a llorar.

Ojalá pudiera rebobinar toda aquella mañana, para calmarme de una jodida vez, porque ¿qué son unos minutos tarde en comparación con básicamente pisotear el corazón de un niño de Infantil? ¿Cuál es el objetivo de vivir si no es por esos pequeños momentos de amor? ¿Qué diablos me había pasado?

Sabía que la había cagado y sabía que me había equivocado: me sentía como uno de esos momentos cruciales de mi carrera como madre, el tipo de momento que quedaría para siempre grabado en la memoria de mi hija y la experiencia que algún día narraría tristemente sentada en el sofá de un terapeuta. "Si mi madre me hubiera amado ese día", diría tristemente.

Así que sin pensar más en ello, giré sobre mis talones y volví con paso decidido a la escuela.

Apreté el botón del intercomunicador que estaba junto a las puertas ya cerradas, traté de no parecer nerviosa cuando le expliqué a la conserje que necesitaba dejar algo (mi corazón, pero no necesitaban saberlo) a mi hija . ¿Pueden ver lo que soy en realidad? Me preguntaba. ¿Saben que soy una madre horrible?

Bajé por el pasillo y llegué tímidamente a la puerta de su clase. Mi corazón se apoderó de mí cuando la vi, parecía tan pequeña e inocente en su uniforme escolar.

"Um, ¿podría ver a Ada un minuto?" Dije no muy convincente a su maestra. La maestra se apartó y Ada salió al pasillo, con una mirada curiosa en los ojos.

Respirando profundamente, llevé a Ada hasta su taquilla, me arrodillé y tomé sus manos en las mías.

"Ada, mamá sólo quería decirte lo mucho que me arrepiento de haber sido tan mala y tener tan mal humor esta mañana", le dije, "te esforzaste tanto en mi tarjeta de cumpleaños y es la cosa más dulce y más bonita que haya hecho nadie por mí . Estaba de mal humor y lo pagué contigo y eso no estuvo bien. Lo siento mucho, y he vuelto al cole solo para decirte lo mucho que te quiero. ¿Me perdonas?"

Mi hija asintió con la cabeza y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello. La abracé fuertemente, mis lágrimas cayeron en su cabello. Cuando se me empezó a caer el moquillo, ambas soltamos risas nerviosas y los ojos de Ada se dirigieron nerviosamente hacia la puerta de su clase.

"Vuelve a clase, cariño, no pasa nada," le dije, soltándola, "Mamá sólo quería que supieras lo mucho que te quiero."

Mientras volvía a su clase alegremente dando saltitos, me di cuenta de que nunca sabría con certeza qué tipo de impacto tendría esa mañana en ella. Tal vez el daño de mi error de crianza ya estaba hecho y tal vez ella nunca recordaría mis palabras para tratar arreglarlo. Coña, tal vez nunca llegaría a estar verdaderamente arreglado.

Pero yo sabía que una cosa era segura:

Volveré a fallar de nuevo. Sin quererlo, cometeré otro error como madre que desearía, más que nada en el mundo, que pudiera retirar. Probablemente aplastaré los corazones de mis hijos y lo cuestionaré todo sobre mi maternidad.

¿Pero la próxima vez? 

No dudaré en decir "lo siento".
---------------

Yo no tengo muchos recuerdos de infancia. Tengo una memoria pésima y mis recuerdos no son más que pildorillas aquí y allá sin mucha relación o contexto. Recuerdo una vez que tuve una bronca con mi madre, no recuerdo por qué fue, ni idea de lo que hice o dije ni de lo que hicieron o dijeron. Pero sí recuerdo a mi madre entrando en mi habitación antes de dormir y sentándose en mi cama para decirme "Ser madre es muy difícil, y seguramente me equivoque a menudo. Pero ten siempre claro que os quiero a tus hermanas y a ti más que a nada en este mundo." No era algo muy típico de mi madre hacer algo así, así que aquella vez se me quedó grabada a fuego. En base a esto, puedo deducir que el recuerdo que quedará marcado de verdad en la mente de Ada será el de su madre volviendo al cole para disculparse por algo que había hecho, el amor en ese abrazo, sus palabras de cariño. ¿Por qué se estaba disculpando exactamente? Ya no lo recuerda, debe ser que no era muy importante.

No dejéis nunca que un orgullo mal entendido os impida de acudir a vuestro hijo o hija con un "lo siento" y un "te quiero". Reparar y aprender: esas son las verdaderas bases de una crianza respetuosa y consciente.


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¡Mil gracias por leerme!

¡Feliz Crianza!

3 comentarios:

  1. Buenos días

    Tus últimos artículos están genial.
    Todo lo relacionado con la alimentación me interesa un montón.
    Tenemos claro que haremos BLW, pero nunca está de más conocer estos “trucos”.
    Lo de la división de responsabilidades me parece súper práctico y fácil de entender, aunque lo de no hablar de la comida en la mesa creo que nos sería difícil en mi casa. Somos muy dados a tener “orgasmos culinarios” cuando algo nos gusta mucho, y de felicitar al cocinero (mi chica o yo) cuando la comida le ha quedado rica(que es casi siempre).
    Otro concepto que me ha encantado es lo de “no se trata tanto de no cagarla nunca, sino de darnos cuenta de cuándo la cagamos, reparar el daño que hemos hecho y aprender de ello para la próxima vez.” Me encanta  jejeje

    Por otra parte, me permito compartir contigo un artículo de Tamara Chubarovsky que me ha calado bastante. Aunque a veces la filosofía waldorff es demasiado “mística” y espiritual para mí, no hay duda que lo que escribe esta mujer está cargado de experiencia propia y sabiduría. Deseo que lo disfrutes tanto como yo.

    http://www.vozymovimiento.com/los-reflejos-causas-y-soluciones-los-problemas-de-aprendizaje-y-comportamiento/


    Saludos & gracias por tu trabajo

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    Respuestas
    1. Lo de no mencionar la comida es más cuando ya hay problemas de rechazo y cualquier mención se puede interpretar como un intento de convencer al niño que se resiste y por lo tanto hacer que se resista más. Pero si hay una actitud positiva hacia la comida desde el principio, no hay problema ninguno en elogiar lo buenísima que está la comida y compartir lo muchísimo que disfrutamos con ella. Conozco un poco de oídas a Tamara Chubarovsky, he oído hablar muy bien de ella, así que voy a echarle un vistazo, que seguro que está genial. Muchas gracias por seguirme y por seguir comentando, que tus comentarios son siempre geniales. Ah! y no te vas a arrepentir de hacer BLW, es lo mejor, lo mejor, que pudimos hacer. Una gozada. No me cansaré de recomendarlo. Aun tengo pendiente hacer un post sobre ello en profundida, pero es que hay que tener en cuenta muchas cosas y me da un poco de vértigo ponerme a ello! Todo se andará! :)

      Gracias de nuevo! Un abrazo! :)

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